La temporada 2017 para Red Bull comenzó con la polémica de las suspensiones que les hicieron afrontar el último tramo de 2016 con mucha solvencia. La batalla en los despachos puesta en marcha por Ferrari tuvo su eco en la factoría, era necesario prevenir y conceptuar el RB13 sin parte del aprendizaje del año anterior. Resultó un monoplaza sensible en lo que respecta a reglajes, al término de cada sesión no había una dirección clara sobre la que trabajar. La búsqueda de esas décimas extras se hacía ardua y casi imposible de encontrar.

En adición, la unidad de potencia suministrada por Renault. El propulsor de Enstone comenzó a dar señales de debilidad desde los propios test celebrados en el Circuit Barcelona – Catalunya. La fiabilidad iba a jugar su papel, tanto que Daniel Ricciardo tuvo que abandonar en la cita inaugural tras perderse la clasificación. Por otro lado, abandonos frecuentes de Max Verstappen por fallos mecánicos que han costado podios, puntos cruciales además de incendiar la mecha con Renault de nuevo.

La falta de rendimiento también ha contribuido, ya que ha obligado a avanzar en materia de chasis. Con las actualizaciones llegando tarde, la mitad de la temporada había sido una travesía en tierra de nadie prácticamente. No fue hasta el regreso de las vacaciones cuando los progresos dieron sus frutos, alcanzando su cénit en MalasiaPreviamente Singapur fue una cita señalada, aunque el accidente en la salida de Verstappen con ambos Ferrari tuvo su precio.

Realmente, una temporada en la que el ascenso ha sido muy exponencial. Gracias a la labor en el área aerodinámica, ya que las unidades de Renault no terminaron por acercarse a las de Mercedes y Ferrari. Para 2018, Renault ya evalúa cómo extraer ese rendimiento que ellos mismos afirman tener. Por tanto, las expectativas sobre el RB14 son aún un poco difusas:

“Es muy difícil responder a eso de momento. Ellos dicen que pinta muy bien, pero no sabes qué está haciendo la competencia. Espero que podamos estar ahí desde el principio en vez de necesitar hacerlo todo de nuevo otra vez. Ese no es plan en ningún caso. Respecto al motor, necesita mejorar también, así que siento curiosidad de ver qué tendremos”, comenta Verstappen.

“Tengo fe en el equipo y creo que tenemos uno de los coches más competitivos. El paquete en conjunto debería de juntarse ahora y esperaremos a ver qué pasa realmente. Tengo muchas ganas. Tengo buen vínculo dentro del equipo y creo que eso es también muy importante”, añade el piloto.

Los monoplazas del próximo año estarán condicionados por varios cambios. Se reducirán el número de elementos sustituibles libres de sanción: un máximo de 3 motores de combustión, turbocompresores, y 3 unidades de MGU-H; mientras que el restante (MGU-K, centralita y baterías) solo podrán ser susceptibles a dos cambios para escapar de una sanción.

En el apartado del chasis destaca el Halo, esta estructura de protección que va a redundar en la aerodinámica. Vendrá acompañado de otras modificaciones para añadir valor estético tratando de eliminar las aletas de tiburón y las T-Wing, aunque el Halo ya resta bastante en este respecto:

“No me gusta nada. Tampoco estoy deseando pilotar con eso. La visión está bloqueada y simplemente no encaja con un F1”, opina Max.

Pirelli igualmente aportará un nuevo compuesto más blando tintado con franjas rosas como las que usaron en Austin con motivo del Día Mundial del Cáncer de Mama. Abriendo votación vía Twitter, el piloto de Red Bull se decanta por “extreme-soft”, es decir, blando extremo traduciendo literalmente. Un compuesto que será vital aprender a utilizarlo, ya que estará disponible (probablemente) en una amplia variedad de trazados.

De esta manera, 2018 será un año continuista en parte aunque por otra toca adaptarse a unos cambios para nada superficiales. Empezar con rumbo directo será una premisa de Red Bull, sin tropezar dos veces con la misma piedra. Algo muy común de humanos.

 

Autor: Pablo Bernal / @PabloBernal333

Foto: Red Bull Racing

Declaraciones: maxverstappen.nl