El Gran Premio de México fue una carrera de contrastes para Renault, como suministrador. Por un lado Max Verstappen desplegaba un gran rendimiento sin atisbo alguno de problemas mecánicos, precisamente un piloto que ha sido azotado por este tipo de fallas en numerosas ocasiones esta temporada. Por otro, los abandonos por parte de ambos pilotos del equipo oficial unidos a la fumata blanca de Brenton Hartley y el temprano DNF de Daniel Ricciardo.

Tanto la dupla de Toro Rosso como el australiano, sustituían MGU-H, turbocompresor y motor de combustión antes de la carrera. En el caso del equipo de Faenza, han estado comprometidos por la fiabilidad desde el viernes. Sumando todas estas circunstancias resulta un fin de semana digno de olvidar para la marca del rombo.

Fatalidad que sirve de aprendizaje al mismo tiempo. Cyril Abiteboul ya anticipó la decisión de Renault de dotar a sus unidades de potencia de mayor desempeño. El francés aclaraba que era la hora de dar un paso al frente dejando atrás la mentalidad conservadora que ha caracterizado al fabricante galo en la F1 (ver declaraciones aquí).

Quieren regresar a lo más alto, y es por ello por lo que quieren reducir márgenes con Mercedes y Ferrari en cuanto a rendimiento en sus motores. Debido a la amplitud del mismo, el tiempo corre en su contra. Por esta razón quieren sacar el máximo provecho al rodaje que le otorgan las pruebas oficiales y pasar examen este invierno.

Para Abiteboul no hay excusas. Conocían las probabilidades de materialización de los fallos mecánicos:

“Hemos cometido un fallo en valorar nuestra preparación de la manera que hemos tratado de equilibrar rendimiento con fiabilidad. Está claro cuando miras el ritmo del coche durante todo el fin de semana, muchos equipos han llegado aquí con el planteamiento correcto respecto a los parámetros del motor y el chasis”. 

“Somos extremadamente competitivos. Lo malo es que no fuimos capaces de estar al nivel adecuado de fiabilidad respecto al rendimiento. Al mismo tiempo, fue una valoración que ha permitido a un coche propulsado por Renault estar en lo más alto del podio”, comentó a Motorsport.com.

El parisino revela también que las condiciones atmosféricas jugaron su papel. El Autódromo Hermanos Rodríguez se sitúa a una altitud superior a los 2250 metros, implicando una menor densidad del aire, repercutiendo al mismo tiempo en el llenado de los cilindros. Aunque el turbocompresor ayuda a limitar esta carencia, igualmente se requieren de ajustes en su régimen de funcionamiento.

Por tanto, el Gran Premio de México puso a prueba los propulsores de Renault. Un ensayo del que salieron con suspenso claro. La reválida tendrá lugar en los comienzos de la próxima temporada. Un invierno para trabajar sobre lo aprendido para suministrar a dos equipos con ingentes recursos como son Mclaren y Red Bull, a la par que hacer crecer en competitividad a su equipo oficial.

 

 

Autor: Pablo Bernal / @PabloBernal333

Foto: Sutton Images©