La esperanza, aquel valor, aquel activo que debemos apreciar y respetar porque de él pende la continuidad de nuestros sueños y nuestros esfuerzos por cumplir nuestras ambiciones. A veces puede ser en uno mismo, a veces en lo ajeno y sobre esto último hoy redacto esta breve reflexión.

No estamos viviendo buenos tiempos en F1 aquellos que seguimos y admiramos a Alonso, pero parece que tras lo de ayer se reafirma que convivimos bajo un tejido común enmarcado en la esperanza, una esperanza que a veces se tambalea, pero sigue intacta, y más viendo actuaciones como la que el samurái nos regaló ayer.

Y es que al que quieren dar por muerto o acabado, sigue bastante vivo y con las ganas y motivación de ganarlo todo, algo que solo puede que generarnos admiración viendo en los duros tiempos en los que llevamos sumidos desde hace tiempo. Es difícil y quizás aventurado, pero sigo confiando en Mclaren y en su gente, que bien es sabido que trabajan día y noche por encontrar la solución a un problema y una sangría que se alargan pero que confío en que se parará, y más sabiendo que el torniquete se llama Fernando Alonso.

Lo de Toyota y Le Mans fue un bálsamo incalculable, aunque no suficiente para paliar el dolor que podemos sentir quienes admiramos a Alonso, pero me reitero, nuestro samurái esta muy vivo, más vivo que nunca, así que no serán las malas voces quienes dejen de hacer que le respetemos como hasta ahora, porque todos sabemos que Mclaren está diseñada para vencer, y que Alonso es un campéon nato, coctel infalible que no encuentra la fórmula, pero que se encamina por inercia a un futuro de éxitos, dentro de la F1, o fuera de ella…

Imagen: Mclaren F1 Team