Si por algo se ha ido caracterizando este 2017, ya llegado a su fase final, es por la lucha abierta por el campeonato entre Ferrari y Mercedes. Hasta el mes de julio los de Maranello parecían ir catapultados hacia el título con Sebastian Vettel alzando su dedo en los podios, bien alto y con la alegría de estar devolviendo a la casa italiana al sitio que abandonó hace ya 10 años. Sin recuerdos de las blue flags o de Charlie Whiting, la transformación del equipo del Cavallino se veía cuanto menos seria y severa.

La pérdida de esta ventaja vino tras accidentes, y falta de fiabilidad. Es por ello por lo que el liderazgo actual de Lewis Hamilton esconde las dificultades por las que ha atravesado el equipo Mercedes a lo largo de todas y cada una de las citas celebradas hasta la fecha. No ha habido la parsimonia de estas temporadas anteriores en las que peleaban sus dos pilotos, ni de lejos.

Entrábamos en una temporada cuyas novedades a nivel de chasis y aerodinámica eran inéditas en la F1 moderna. El camino elegido por Mercedes fue un monoplaza alargado para aprovechar las ventajas aerodinámicas que ello comportaba además de un paso por curva rápida netamente superior. Sin embargo, esto redundó en unos altibajos dependiendo de las características de cada trazado junto con unos neumáticos más anchos y con mayor resistencia al estrés térmico:

“El año pasado, el neumático delantero fue el punto débil. Nuestro coche tenía un eje delantero muy rígido. Entonces solo teníamos que preocuparnos por el eje delantero. Casi siempre lo logramos. Con los neumáticos anchos, el neumático delantero se ha vuelto proporcionalmente más fuerte. Ahora tenemos que domesticar la trasera. Y esto es mucho más difícil. Dependiendo de las condiciones básicas, comienza a resbalarse. Luego las gomas traseras se calientan demasiado “, explica Wolff.

En Sepang se exponían los apuros del equipo de Brackley asumiendo el ascenso de Red Bull. Precisamente los de Milton Keynes estaban en las quinielas para dar el salto este año. La mano de Adrian Newey en cambio, no dio los trazos tan precisos. Aunque, no obstante, ha ido solventando la papeleta a medida que ha ido transcurriendo el curso.

Tal y como apuntaba ayer James Allison (ver declaraciones aquí), 2018 vendrá con un cambio para hacer de su monoplaza menos sensible a los ajustes, y menos temperamental en comportamiento dinámico. Toto Wolff refrenda las palabras del ingeniero para Auto Motor und Sport, a la par que anticipa un cambio de dirección en el diseño del próximo monoplaza:

“El concepto de Mercedes puede haber llegado a su fin de desarrollo”.

“Sería un cambio total de concepto. Requiere un sellado completamente diferente del suelo en los laterales y un tipo completamente nuevo de difusor. En esta fase existe riesgo de ser lento al comienzo”, aclara el austriaco.

Reconoce pues estar decididos a dar un paso arriesgado de cara al año próximo. Este año ha servido de ensayo/error debido al desconocimiento generalizado sobre los efectos reales que traía consigo unos cambios tan radicales. Lo acertado o erróneo en estos cambios solo será evaluable una vez enfrentado en pista con sus rivales.

 

 

Autor: Pablo Bernal / @PabloBernal333

Foto: Mercedes AMG F1