Una de las batallas que está librando la F1 moderna es el aumento de decibelios que dispara desde el escape. La introducción de motores más contenido en cilindrada y cilindros, y sobre todo la alimentación mediante turbocompresor (éste actúa como silenciador al recoger los gases del motor), han provocado una rebaja notoria en la sonoridad de los monoplazas, cuyo bramido se convirtió en más bien un siseo. Como efecto, ha restado aliciente a las carreras como espectáculo.

Se han realizado varios intentos para rescatar parte del sonido disponible. Primero en 2016 se añadieron dos tubos más que comunicaban con las válvulas de escape del turbocompresor. Anteriormente se trató de amplificar las notas mediante salidas tipo trompeta que no resultaron, con lo que se ha acabado por la instalación de micrófonos en el mismo escape para recoger cada matiz, aunque en realidad la distorsión del sonido es quien se hace notar.

Empeños infructuosos que únicamente muestran una afirmación muy cotidiana: de donde no hay, no se puede sacar. Una conclusión que viene directa de la maniobra de lograr la máxima eficiencia través de la interacción de propulsión híbrida más térmica, que choca directamente con la nostalgia y sueños húmedos de aficionados o asiduos más puristas que anhelan las emoción que transmitían motores de otras épocas, tales como los V10, los más recientes V8 cuyo rango de revoluciones eran más extensos.

Los decibelios van en contra de la eficiencia

La opción de la materia híbrida seguirá instaurada en la F1, suponiendo una continuidad de los problemas sonoros que se vienen dando desde 2014. Cyril Abiteboul cree que se deben aceptar los hechos e ir con los tiempos:

“Básicamente, tenemos que aceptar el hecho de que no lo haremos. El ruido es energía. Si queremos motores potentes que consumen poco, debemos ser capaces de utilizar toda la energía disponible. Si comenzamos a convertir la energía en ruido, eso significa que estamos haciendo un mal trabajo en términos de eficiencia energética. Estos son objetivos completamente contradictorios. ”

“Es solo un problema de generación. Pronto habrá generaciones que nunca han oído hablar de un motor V10, que nunca habrá escuchado el sonido de un V8, y para ellos los motores silenciosos serán la norma. ”

“Se acostumbrarán a otros tipos de ruido: chirridos de neumáticos, tracción mecánica, la aerodinámica del automóvil … El problema es que actualmente nos encontramos en medio de una brecha generacional y tecnológica, es un poco complicado de digerir ”

“Es una cuestión de tiempo. Quizás la F1 fue demasiado rápido; de alguna manera, ella está adelantada a su tiempo hoy. Debemos aceptarlo.”, declara el parisino a FM1033

 

Foto: Sutton Images