La Scuderia Ferrari no puedo evitar salir perjudicada de los incidentes y del caos del Gran Premio con resultado más incierto de las últimas generaciones. Pero finalmente, si hay un veredicto a la carrera de la escudería italiana, es claro: Sebastian Vettel tiró la victoria en Azerbaiyán.

Todos los Safety Car previstos para el GP del pasado año, se unieron al del presente para traernos una loca carrera al estilo de los años 2000. En la primera vuelta, Kimi Räikkönen se tocó con Valtteri Bottas en la salida de la segunda curva e impactó fuertemente el Ferrari contra el muro. “¿Por qué siempre Bottas?”, exclamó ‘iceman’, que no obstante pudo continuar la carrera.

Cuando ésta se empezaba a estabilizar, fue el turno de los fallos de fiabilidad. Primero Daniil Kvyat, y poco después Max Verstappen, la salida del primer coche de seguridad fue obligatoria con un coche aparcado en pista y otro girando muy lentamente.

La carrera fue relanzada a las pocas vueltas, pero de nuevo interrumpida por la presencia de multitud de restos de escaramuzas entre monoplazas, la tensión creció, y de camino a la reanudación de la prueba, el líder Lewis Hamilton frenó tras uno de los giros previos a la sucesión de rectas. El alemán Vettel fue pillado acelerando en ese punto, y no pudo pisar el freno a tiempo para evitar tocarse con el británico. La reacción de Sebastian, de patio de colegio. Sin dudar, se emparejó al líder de la carrera, le levantó la mano, y giró el volante hacia el Mercedes hasta embestirlo lateralmente. Sí, a propósito.

Entre tanto caos, Bakú nos regaló en ese momento una de las imágenes sobre la que más tinta va a correr de toda la temporada, y que, cómo no, tuvo una respuesta arbitraria en forma de Stop & Go de 10 segundos, que le arrebató las posibilidades de consumar lo que habría sido una victoria, aunque a ojos de la gran mayoría, sea aún una castigo realmente ‘light’ ante una conducción claramente peligrosa, bajo Safety Car, y con la única intención de golpear a un rival.

Me he puesto a su lado y hemos tenido un pequeño contacto. He ido a su lado para levantarle la mano. Yo no quería chocar contra él, porque dañaría mi alerón delantero. Si me sancionas a mí, tienes que sancionar a ambos”, declaró sin un atisbo de culpabilidad sentida. “¿Qué es lo que he hecho peligrosamente?”, se preguntaba el germano cuando le comunicaban la decisión de Charlie Whiting.

Las cruentas batallas surgidas en la siguiente relanzada y la fibra de carbono volátil destrozaron un neumático trasero de Räikkönen, el cual se llevaría por delante buena parte del fondo plano. Los mecánicos del finlandés decidieron meter el coche en el garaje y trabajar en él. Sorprendentemente, cuando la bandera roja llegó, el Ferrari de Kimi estaba listo para reincorporarse, pero fue penalizado con Drive Through por reparar dentro del box y no fuera, y optaron finalmente por retirarse.

Finalmente, la sanción al alemán, sospechosamente decidida en la misma vuelta en la que obligaban a Hamilton a entrar por haberse soltado una pieza del respaldo del casco, propició unas últimas vueltas en la que los dos líderes del Campeonato esprintaron en busca de la mejor posición. Ambos fuera del podio, Sebastian Vettel cruzó la meta cuarto con Lewis inmediatamente detrás, consiguiendo incrementar la distancia entre ambos en el Mundial. De no protagonizar una rabieta propia de un adolescente, el alemán se habría coronado vencedor sin ninguna competencia.

 

Autor del artículo: Alejandro Valencia/@alexwhiteflag

Fotos: Scuderia Ferrari