Lo llevamos en los genes. Los aficionados somos así y pocas vueltas cabe dar a esto. Oportunidad que percibimos en el aire y ocasión que no desperdiciamos para ponernos a hacer quinielas…

No soy fan de Vettel, huelga que lo diga. Este año ha sido extraño y, proporcionalmente hablando, he sacudido al alemán bastante menos que otras veces. Razones abundantes ha dado para continuar martirizándolo, obviamente, pero no me ha apetecido castigar unos lomos ya maltrechos ni contribuir, más allá de lo necesario, a esa lástima que ha producido en muchos de nosotros, puesto que un tetracampeón del mundo no merecía terminar su carrera haciendo trompos ni malgastándose intentando conducir un monoplaza que se le ha atragantado.

Es una opinión, desde luego. También supone una actitud personal aunque aquí os dejo a vosotros que saquéis las conclusiones. El caso es que a comienzos de temporada marqué una tregua con el de Heppenheim ya que hasta este mismo diciembre ha sido un hombre de la rossa y, para mí, la gente de Ferrari es muy especial, independientemente de si me gusta o no. Más tarde amplié unilateralmente el cese de hostilidades a la espera de verlo en Aston Martin porque él ha querido continuar y eso se lo respeto a todo piloto en activo.

A partir de aquí entramos en el espinoso campo de las elucubraciones —hay quien lo llama análisis pero prefiero la palabra «elucubración» pues, en realidad, no sabemos absolutamente nada de su futuro desempeño en la de Silverstone—, y me merece la pena señalar que, tal y como anda el patio, me temo que desde el exterior se están cometiendo los mismos errores que en el pasado ya que que Vettel no se va a enfrentar en 2021 a éste o aquél, sino a un tío al que conoce a la perfección: él mismo.

Tarde o temprano todos pasamos por el trance de tener que descargar nuestra mochila y Sebastian ha elegido un buen momento para quitarse lastre de encima. Sigue siendo el tetracampeón del mundo 2010 a 2013 pero no ha podido ratificarlo ni en su temporada final en Red Bull ni en su etapa en Ferrari. Concluida ésta, mantiene una espinita clavada y es legítimo, razonable y comprensible, que se la quiera sacar militando en otro entorno, en este caso Aston Martin. Tiene derecho a esa oportunidad y a que se la respetemos, ya que se ha buscado una nueva vida y a día de hoy no sabemos qué tal le irá porque carecemos de datos.

A partir de marzo próximo será otra historia. Yo no espero sorpresas pero estoy abierto a que me sorprenda.

Vettel no ha olvidado conducir y, por aquello de ser honestos, como he comentado en otras ocasiones, repetiré hoy que sus coronas son de más valor que muchas de Lewis Hamilton porque, en su época, hubo más competencia en la parrilla que de 2014 a esta parte —excepción hecha de 2016, año en que el británico dobló la rodilla ante su compañero Rosberg—, y dos de ellas las luchó en las últimas carreras.

Es cierto que todo ha cambiado desde 2013, pero no es menos verdad que si encuentra un monoplaza adecuado y un entorno que le proporcione la seguridad que precisa, Sebastian puede lograr reivindicarse sin necesidad de que lo alineemos con diferentes rivales (¿enemigos?) que no hacen otra cosa que desvirtuar su cometido en 2021: volver a ser el que era y quitarse de la boca el mal regusto que le ha dejado su paso por Maranello. Y es que es tan sencillo como que se ha comprado una nueva oportunidad y quiere aprovecharla hasta sus últimas consecuencias. Podemos entenderlo o podemos liarnos la manta a la cabeza exigiéndole que supere retos que no entran en su agenda. Yo tengo claro lo que espero, que Vettel vuelva a ser Vettel, con sus luces y sombras, pero más equilibrado que lo que nos ha mostrado desde 2017, con eso me conformo.

Os leo.

 

Imagen: Ferrari