En un auténtico maratón de Fórmula 1 con cinco carreras en seis semanas, el Gran Circo aterriza en Spielberg para llevar a cabo el Gran Premio de Austria este fin de semana, la que es la cita de casa para Red Bull, literalmente, porque son los dueños del circuito.

Uno de los pilotos de la casa, Daniel Ricciardo, está deseando que llegue la carrera, para “compensar lo del año pasado”, cuando se retiró en la primera vuelta, y tratar de repetir el podio de la pasada temporada, por qué no, la victoria, puesto que el australiano cree que “los tiempos serán muy similares“. Esto lo achaca a que “la vuelta es muy corta e intensa, con los sectores 2 y 3 de alta velocidad”. También advierte que cualquier error puede ser fatal, porque tanto la clasificación como la carrera requieren gran concentración. El reciente ganador del Gran Premio de Mónaco ha comentado que le encanta el ambiente del Red Bull Ring, tanto por las gradas a rebosar como por la belleza que entraña el paisaje de alta montaña.

Compartiendo garaje con él está Max Verstappen, quien también espera con ganas este gran premio por la cantidad de aficionados neerlandeses, unos cinco mil dispuestos en un campamento cercano a la pista, que se trasladan para animarlo en una grada propia. “Hace dos años me subí al podio y el pasado no pasé de la primera curva, así que quiero resarcirme este fin de semana“, ha explicado el holandés, quien disfruta de la pista, especialmente del segundo sector.

Ambos pilotos hallan en la comida local uno de los grandes atractivos de este gran premio. Mientras que Ricciardo se decanta por el Wiener Schnitzel con arándanos y limón, una especie de escalope, de los que ha dicho se comerá unos doce, Verstappen prefiere la ensalada de patatas alemana o Kartoffelsalat, aunque también le gusta el mismo escalope que a su compañero.

 

Imagen : Xavier Gàzquez