Pasada la primera carrera de esta novel serie, quisiera mencionar algunos puntos que me permiten evaluarla y sostener porqué Extreme E no es un Dakar eléctrico. Más allá de esto, es difícil pronunciarse sobre su futuro. Por eso, lo mejor es repasar los avances tecnológicos que Extreme E propone en pista y los desafíos a los que se encuentran organizadores, equipos y pilotos en cada escenario.

Todo es una cuestión de tiempo

El primer dato obvio es que este artículo nace de la comparación que se ha visto en las redes sociales entre ambas series. Las publicaciones refieren al ‘poco atractivo de una serie como el Dakar’ en tanto gusto personal. Una cosa como: “No me gusta el Dakar, por eso no veo la Extreme E”.

Todo es cuestión de tiempo. En primer lugar, ¿no es un poco incoherente comparar una serie como el Dakar que tiene 42 años de historia contra una que acaba de finalizar su primera carrera? Yo creo que sí.

Si vamos a lo objetivo, para instalarse toda categoría debe, por fuerza, darse a conocer. Y en ese punto, los periodistas somos los primeros que debemos brindarle nuestra opinión al público por fuera de nuestros gustos personales. Los seguidores no aparecen de un día para otro. Lo que hay que fomentar, es el acercarse a mirar con curiosidad: ¿Qué es? ¿Qué me ofrece? Y de ahí en más, cada uno se forme su propia opinión.

En segundo lugar, es necesario aclarar que esta categoría de autos off-road se parece más -por su formato- al Rally Cross que al Dakar. La Extreme E es una competencia a pocas vueltas, donde las parrillas se arman por tiempos finales. No es una competencia de resistencia ni lleva una longitud de etapas y kilómetros recorridos. Son cuatro vueltas de clasificación para cada equipo el día sábado y dos carreras que disputarán el día domingo según qué cantidad de puntos obtuvieron en clasificación. Como ven, nada que comparar.

Un recorrido de cinco paradas

Si vemos a Extreme E como un viaje, podemos decir que nos esperan cinco paradas. Tengamos presente que el Dakar se realiza durante 15 días corridos en un trazado de uno o varios países. Los organizadores buscan la dificultad en el terreno y la cantidad de kilómetros recorridos. Es, a mi modesto entender, una de las mayores pruebas de resistencia del automovilismo.

Por su parte, Extreme E no se plantea como una categoría que busque la dificultad y la resistencia máxima. Lo que se dice desde el minuto uno es: “Cada escenario representa un problema medioambiental que se quiere destacar. Debemos poner los ojos del mundo en los problemas que las Humanidad ha creado en los ecosistemas”. En este sentido, las carreras se convierten en el medio por el cual este mensaje llega a los espectadores. De esta manera, los trazados de Extreme E se eligen con la idea de no afectar a los biomas de las ciudades sede además de involucrarse activamente a través de Proyectos de Legado.

Pensar que sólo veremos desierto en Extreme E es desconocer las posibilidades del Odyssey 21 y del calendario de la serie que recorrerá selva, glaciares y montañas.

Extreme E y de porqué no es un Dakar eléctrico

Eléctrico, ese es el problema (?)

Comparar Extreme E con un Dakar eléctrico, realmente es que se desconoce a la nueva serie.

En primer lugar, sí, el Odyssey 21 es un off-road eléctrico. Pero es el único prototipo que toma parte en la competencia. Y, por ahora, los equipos sólo pueden hacerles ajustes menores. Los cambios vendrán en la segunda temporada. Por contraposición, en el Dakar participan autos, camiones, motos, quads por sólo mencionar algunos. Y, aunque hayan tomado parte vehículos eléctricos en el Dakar, fueron participaciones puntuales incluso del propio Odyssey 21. En este punto, como vemos, no hay ni discusión ni comparación.

Cuando se habla de lo eléctrico, realmente parece que se lo menospreciara. Es como si el automovilismo que no lleva motores impulsados a combustión interna solo fuera un juego de ‘niños grandes’ pero nada que pueda tomarse realmente en serio.

Y esto demuestra lo poco que se sabe de las transformaciones que el Odyssey 21 y la Extreme E están llevando adelante. Más allá de las innovaciones en suspensión y sistemas hidráulicos durante la elevación, creo que el punto del Odyssey 21 pasa por otro lado. Todos sabemos que el mayor cuestionamiento hacia la movilidad eléctrica pasa por la gran contaminación que se produce durante el proceso de producción de las baterías, y que la energía eléctrica con la que se cargan proviene, en mayor grado, de combustibles fósiles. Es decir, contaminan durante el proceso aunque no liberen CO2 a la atmósfera durante su uso.

Extreme E utiliza el hidrógeno para generar la electricidad con la que se cargan las baterías mediante la electrólisis del agua (lo que se llama hidrógeno verde) y paneles solares para abastecer a los equipos. Así las cosas, ¿podemos seguir comparando?

Extreme E y de porqué no es un Dakar eléctrico

Equidad entre hombres y mujeres

El Dakar ofrece una carrera de resistencia donde hombres y mujeres se enfrentan en un mismo trazado. Y allí se termina todo. Cada piloto, en base a los sponsors que ha logrado conseguir, comienzan la carrera desde un distinto punto de partida.  Además, las instancias son individuales o grupales y dependen de la categoría en la que intervengan. Cada participante del Dakar, es un representante del vehículo de competición que conduce.

En Extreme E, las reglas marcan que se trabaja en equipo y que cada equipo debe estar formado por una dupla masculino/femenino.

En charlas privadas me han dicho que Extreme E no es profesional, y yo me quedo pensando: ¿en serio?, ¿Carlos Sainz y Sebastian Loeb no son profesionales?, ¿y Jenson Button, Laia Sanz, Jamie Chadwick? Sin hablar de Molly Taylor, Johan Kristofferson y Cuttie Munnings, por supuesto.

Entonces, ¿por qué se desmerece tanto? ¿Será porque los pilotos no participan en las categorías que estamos acostumbrados a verlos? Bueno gente, a eso se le llama: ¡desafío! Para ellos que, como Laia Sanz, era la primera vez que competía sobre 4 ruedas y lo hizo a la perfección y para nosotros, los espectadores.

Alejandro Agag se destaca por romper los estereotipos y, al menos, mover las bases sobre lo que creemos debe ser una competencia automovilística. De esta manera, por primera vez, pudimos ver a hombres y mujeres con distinto background tener que acostumbrarse a trabajar en equipo, con un mismo auto, misma cantidad de vueltas en un mismo trazado. ¿Fácil? Realmente lo dudo. Pero son profesionales y le hacen frente a esta nueva categoría con las herramientas que traen de sus respectivas especialidades y con las nuevas, con todo lo que aprenden de su colega y del equipo.

Por esto creo que no puede compararse Extreme E con el Dakar ni por historia, ni por formato ni por espíritu. Estoy esperando ansiosa la segunda competencia, en Senegal, para poder comprender mejor a Extreme E y compartirlo con ustedes. ¡Nos leemos!

 

Imágenes: Extreme E