Pasado ya el Gran Premio de España, se puede observar que todas las portadas de prensa se referían al ganador, a Vettel por la gran carrera que hizo, o si me apuras alguna habrá hablando sobre las proezas de los Force India o el hito conseguido por Pascal Wehrlein. Y no, no estoy aquí para discutir que esas portadas no sean merecidas -que sí lo son- sino para dar protagonismo a un piloto que seguramente el domingo no tuvo su mejor día, pero pese a esto, estuvo al pie del cañón ayudando a su equipo y siempre con buena cara. Estoy hablando de Valtteri Bottas.

Y es que el de España no era un GP cualquiera para él, era la carrera posterior a su primera victoria en la máxima categoría y seguramente era de los que más motivados se sentían en la parrilla. Había callado muchas bocas dos semanas atrás en Rusia y se había postulado como un rival más para luchar por victorias regularmente.

El fin de semana venía ya torcido. No encontraba el ritmo en ningún momento y las distancias con su compañero nunca pasaban del medio segundo. Pese a esto, consiguió un tercer puesto en parrilla y se convertiría en una pieza clave para la carrera. Clave porque en esta temporada donde estamos viendo menos adelantamientos que en años anteriores, la posición en pista y la estrategia toman un papel más fuerte, y si dispones de dos pilotos de la misma escudería frente a uno solo de otro equipo, son estos dos los que llevarán ventaja. Esto se pudo observar perfectamente cuando el finlandés taponó a Vettel mientras que Hamilton recortaba distancias después de las paradas.

Se puede pensar que esto no perjudicaba a Valtteri, ya que su ritmo era lento por los neumáticos tan usados que llevaba, pero si lo miras del lado estratégico seguro que hubiera preferido parar y poner gomas nuevas, porque al fin y al cabo su primera prioridad debería ser su propia carrera. Pues no. Él aceptó las órdenes y se sacrificó por ello. Bien es cierto que su carrera no se vio truncada ya que abandonó finalmente, pero el compromiso con el equipo queda latente, y el gran favor que hizo a Hamilton, también. El apogeo llegó momentos después, cuando tras haberse cambiado o lo que haga un piloto después de acabar su participación, se presentó en el box de Mercedes para ver cómo su compañero ganaba el Gran Premio. Mientras otros estarían ya de vuelta a casa o acordándose de las madres de algunos pilotos, Bottas estuvo allí, felicitó al equipo, y se alegró por el resultado, anteponiéndose a la rabia que supone abandonar por fallo mecánico.

Estas pasadas temporadas en las que Mercedes se paseaba -como quien dice- por la pista, nos han acostumbrado a ver que las luchas sólo eran de pilotos. Pero hay que recordar que la F1, principalmente, es una competición de marcas y que estas marcas tienen a su primer y a su segundo piloto por algo. Cuando el monopolio se acaba, empieza el trabajo en equipo.

 

Autor del artículo: Jorge Solana/@jorgeqeaf1

Fotos: @F1