Homenaje a un piloto que en su breve trayectoria deportiva siempre ha puesto su corazón más allá del obstáculo.

“Desde Montecarlo hasta la Feria de Bologna en 2 horas y media”. Basta esta frase dicha por su mujer Joanna en ocasión del Passion Day que se ha tenido en Imola el pasado fin de semana para entender la esencia de Gilles Villeneuve, se crio con pan y la velocidad, la misma que se lo ha llevado.

 Nacido el 18 de enero 1950 a Saint Jean sur Richelieu en Canadá, comienza con las carreras cuesta arriba, pero al ser demasiado caras, pasa a las Motonieve donde sus habilidades salen a la luz.

De vuelta a su primer amor en 1973, se estrena y gana en la Formula Ford de Quebec, para después subir de nivel en la Formula Atlantic. En 1977 es cuando McLaren le ofrece un test en F1 y un contrato.  La aventura conduciendo la tercera McLaren Ford M23 empieza en Silverstone con un anónimo undécimo puesto, pero entre los espectadores hay alguien que se queda encantado por la rapidez, la velocidad, de este chico así delgado y de alto apenas 156 cm. Se llama Enzo Ferrari.

En septiembre el pequeño canadiense está ya en Fiorano para probar. El Drake se queda entusiasmado y decide de quitárselo inmediatamente al equipo de Woking para que dispute las ultimas 3 carreras en calendario con Ferrari.

Los resultados tardan en llegar, pero en 1978 delante su público triunfa en Montreal, llegando a convencer también los más escépticos. Partiendo del equipo Carlos Reutemann, a su lado la siguiente temporada llega Jody Sceckter, que al final del año será campeón. Gana en Sur Africa, en Long Beach, en Watkins Glen, y sobre todo en Dijon protagoniza junto con Rene Arnoux con su Renault uno de los duelos más emocionantes de la historia de la F1.

1980 no será tan fructífero. Penalizado por una 312 T5 no muy competitiva, llegará a final de la temporada con un botín de solo 6 puntos. Será todo muy diferente en 1981 con 2 memorables victorias, Montecarlo y Jarama, España, donde siendo claramente más lento de quien tenía por detrás, fue capaz igualmente de defender los ataques hasta el triunfo.

En 1982 la tragedia humana se mezcla a la deportiva.  Estamos en Imola, Gilles esta por delante y el colega de box Didier Pironi a su espalda. Entre ellos hay una relación estrecha de amistad que en esa ocasión se romperá para siempre. Desde el

muro de Ferrari señalan al francés de ralentizar para congelar posiciones e asegurar un doblete tranquilo. Villeneuve no quiere. Quiere llegar primero y así va a ser.

La ruptura es total y definitiva. En el podio la atmosfera es muy tensa. Parada siguiente Zolder, Belgica.  Estamos en la clasificación. 8 de mayo 1982.  El aviador, como muchos lo llamaban, por una cuestión de honor no quiere acabar detrás del que ya era un rival. No puede hacer mucho, pero empuja, empuja hasta que se pone frente de él de repente el March de Jochen Mass, que va muy lento. El impacto es inevitable y así de violento que el cuerpo del canadiense, 32 años, vuela hasta el otro lado de la pista. No hay nada que hacer. Baja la cortina sobre uno de los pilotos más emocionantes de todos los tiempos.

 

Algunos años después, en 1987, se irá también Pironi, de manera dramática, en una competición náutica en alta mar.

 

“Mi pasado es lleno de dolor y tristes recuerdos: mi padre, mi madre, mi hermano y mi hijo. Ahora, cuando miro atrás veo todos aquellos que he amado. E entre ellos hay también este gran hombre, Gilles Villeneuve. Yo lo quería mucho”.  Enzo Ferrari.

Autor: Juan Carlos Cassiodoro / @cassiodorojuan

Foto: Juan Carlos Cassiodoro

Traduccion: Alessandro Salas / @alessandrosala1