Aunque no es habitual empezar así, me gustaría agradecer a quienes semanalmente siguen a este loco de la F1 que aquí les escribe, ya que el afecto que uno recibe sin duda actúa de DRS para seguir cada día con más ganas. Hoy, sorprendentemente, no hablaré de Alonso, me ha dicho el médico que tengo que reposar de Fernando, y que me tome unos Ibruprovettels cada 8 horas, veremos cómo acaba todo esto…

El viernes presenciamos como el francés Jean Todt era reelegido como presidente de la FIA, de nuevo, como sucedió hace 4 años, sin ninguna oposición. Las voces más corporativas comentan que si no tiene oposición es que algo estará bien, es decir, que su aplastante victoria en el sufragio puede servirle de justificación, y no seré yo quien lo niegue, pero sí me gustaría comentar alguna cosa…

Sin duda la llegada de Jean Todt sirvió de bálsamo curativo a las mermadas relaciones entre la FIA y entre las mismas escuderías, después del mandato de un polémico y cuestionado Max Mosley. Ahí desde luego que no me voy a meter, ya que es insostenible tener a la categoría reina del deporte llena de conflictos, tanto internos como entre los propios equipos. Pero mi reflexión es clara: no cuestiono el mandato apaciguador y el compromiso para con la seguridad de Todt, simplemente pienso que la F1 conduce a marchas forzadas, aunque en silenciosa procesión hacia un ecologismo que choca frontalmente contra la esencia de este deporte: gasolina y ruido.

La creación de la Formula E, la llegada de los V6 híbridos, la pérdida del sonido característico con el que rugían y nos deleitaban las máquinas, y la ecologización de todo el entorno competitivo, ha hecho que la F1 pierda parte de la esencia por la que siempre fue conocida. Yo entiendo y comparto que un deporte con tantos seguidores deba ser escaparate y ejemplo de los nuevos retos que se nos presentan: reducir las emisiones y contribuir a paliar todo tipo de contaminación, tanto acústica como atmosférica, pero dudo que cambiar forzadamente la esencia de un deporte sea la solución.

Otra conclusión que saco, y que me parece muy negativa para el rumbo de la F1, es que han convertido el reglamento, y en general este deporte, en una competición tecnológica compleja, con un reglamento muy difícil, al alcance de ingenieros aeroespaciales, algo que no atrae nuevos equipos, si no que los aleja, y que sin duda contribuye al monopolio, o como mucho oligopolio (Mercedes-Ferrari), entre aquellos que tienen dinero, tecnología y recursos para seguir esta carrera armamentística por ser quien menos suena y quien más corre.

Vienen 4 años más de la era Todt, con la nueva motorización en 2021 (fecha en la que concluye su mandato), por suerte – o por desgracia-, de momento tenemos a Liberty, que intenta contrarrestar la pérdida de esencia de la F1 con la americanización del espectáculo y la atmosfera de la categoría reina. De todo ello dependerá que más escuderias y/o suministradores de motores se unan a la F1, aunque lo que tengo claro, pase lo que pase, aquí seguiremos nosotros.

Autor: Sergio Rodríguez /@sergiorf97

Fuente de la imagen: FIA